Un estado fallido es un cuerpo político que se ha desintegrado hasta el punto en que las condiciones y responsabilidades básicas de un gobierno soberano ya no funcionan adecuadamente (ver también el estado frágil y el colapso del Estado). Del mismo modo, cuando una nación se debilita y su nivel de vida disminuye, se presenta la posibilidad de un colapso gubernamental total. El Fondo para la Paz caracteriza un estado fallido por tener las siguientes características:
Pérdida del control de su territorio, o del monopolio sobre el uso legítimo de la fuerza física en el mismo Erosión de la autoridad legítima para tomar decisiones colectivas Incapacidad para proporcionar servicios públicos Incapacidad para interactuar con otros estados como miembro de pleno derecho de la comunidad internacional
Las características comunes de un estado fallido incluyen un gobierno central tan débil o ineficaz que no tiene la capacidad de aumentar los impuestos u otro tipo de apoyo, y tiene poco control práctico sobre gran parte de su territorio y, por lo tanto, no se ofrecen servicios públicos. Cuando esto sucede, pueden ocurrir corrupción y delincuencia generalizadas, la intervención de actores no estatales, la aparición de refugiados y el movimiento involuntario de poblaciones, y un fuerte declive económico. El nivel de control gubernamental requerido para evitar ser considerado un estado fallido varía considerablemente entre las autoridades. Además, la declaración de que un estado ha "fallado" es generalmente controvertida y, cuando se hace con autoridad, puede tener consecuencias geopolíticas significativas. [Estado soberano][Soberanía] |